Chen de Capella

San Martín de la Sierra de Capella

San Martín de la Sierra (Fotografía proporcionada por Javier Salamero Angulo)

Nos encontramos en el enclave de la ermita de San Martín de la Sierra, situado bajo la protección de la rocosa, y vertical, vertiente norte de la Sierra del Castillo de Laguarres, en la ribera izquierda del río Isábena; en un emplazamiento que permite contemplar el amplio valle bajo y medio del citado río, así como también algunas de las cimas y sierras más conocidas de los Pirineos oscenses. Para algunos éste sería el lugar en el que se estableció el primitivo asentamiento del pueblo de Capella, desgraciadamente no poseemos ninguna fuente documental o material que nos lo confirme.

El conjunto de construcciones que se pueden contemplar hoy en día son la ermita de San Martín de la Sierra, un grupo de construcciones semirupestres a cubierto del abrigo que les ofrece la sierra; y un lienzo de muralla que se alza tras el ábside del templo y que, junto con él, constituye la primera imagen que tiene el visitante al llegar al lugar. Todo ello se completa con un aljibe y los restos de otras construcciones que nos confirman el carácter militar del enclave.

Capella. Ábside de la ermita de San Martín de la Sierra. (Fotografía de Judith Sanjuan Satorra)

Capella. Altar de la ermita de San Martín de la Sierra. (Fotografía de Judith Sanjuan Satorra))

Capella. Altar de la ermita de San Martín de la Sierra. (Fotografía de Judith Sanjuan Satorra))

Empezando por la iglesia, se trata de un bello ejemplo de lo que conocemos cómo románico tardío. Debió construirse en una fecha posterior a 1060 momento en que Ramiro I de Aragón conquistó estos territorios a los musulmanes. Presenta planta de una sola nave, con bóveda de cañón hoy derruida en su totalidad, soportada por medio de arcos fajones que descansaban en pilares, dos adosados a ambos lados de la nave y de los que podemos contemplar la parte inferior de los mismos tanto en el muro de la epístola como en el del evangelio. La iglesia se remata con un ábside de planta semicircular con bóveda de cuarto de esfera que, en este caso, aún se conserva. Tanto el ábside como el coro presentan una línea biselada simple de imposta que sirvió, en su momento, tanto como para soportar las cimbras que se utilizaron para la construcción de las bóvedas, como para articular formalmente el espacio una vez concluida su construcción. En el tambor del ábside, se abren dos ventanas de medio punto; la central orientada al este, como mandan los cánones, y de doble abocinamiento, y una segunda, orientada a suroeste, con derrame únicamente hacia el interior, siendo, además, adintelada en su interior. Conserva también este espacio la mesa de altar, muy deteriorada y de cronología incierta y un pavimento en el semicírculo absidial de cantos rodados, que no debe de corresponder al original. En los muros del tambor del ábside y del coro, se abren hornacinas, una en el primero y dos en el segundo, una en cada lado de este. Su función sería, probablemente de armarium, es decir, para guardar ornamentos y ajuares litúrgicos, y quien sabe si algún manuscrito o libro, que se utilizaría para los oficios sagrados. En el costado meridional se encuentra, fuera de su emplazamiento original, una pequeña, y mal conservada, pila de agua bendita. Este espacio se cerró, en tiempos pretéritos, con sillares reaprovechados del mismo derrumbe de la bóveda y parte de los muros de la nave.

Capella. Muro sur de la ermita de San Martín de la Sierra. Fotografía de Judith Sanjuan Satorra

Capella. Muro sur de la ermita de San Martín de la Sierra. Fotografía de Judith Sanjuan Satorra

La nave presenta dos fábricas diferentes. El muro sur nos muestra un paramento exterior de sillarejo, propio del siglo XI, que es visible en algún espacio desde el interior, gracias al derrumbe parcial de los muros. En el interior, se puede observar un segundo muro de sillares regulares y bien tallados, del tipo de soga y tizón, que es una forma constructiva más propia de del siglo XII, o incluso aún más del XIII. En el muro del evangelio, sucede exactamente lo mismo, encontramos dos muros adosados con las mismas características que los anteriormente citados. A ello debemos sumarle, en este caso, la presencia de una ventana de medio punto en el exterior, pero con un dintel plano en el interior, y también una estructura junto a ella de difícil interpretación en la que algunos han querido ver una posible torre defensiva o campanario, que formaría parte de las estructuras defensivas del conjunto, hipótesis para nada desdeñable. En el interior de la nave, antaño totalmente relleno por los restos del derrumbe, se puede apreciar hoy en día, bien apilados en el centro, los sillares y restos de capiteles y otros elementos de la fábrica de la ermita.

Del hastial de los pies poco nos queda, excepción hecha de unos peldaños de acceso al templo desde el exterior y la parte baja del muro, que nos permite situar la puerta primitiva de acceso a la nave. Lo que si podemos afirmar es que reaprovecharon un muro preexistente, cómo lo demuestra el hecho de estar construido con un aparejo de sillarejo completamente diferente del resto de la construcción, y que la fábrica de este muro de poniente no se enlaza con los muros de las naves.

San Martín de la Sierra. Restos de muralla. (Fotografía de Judith Sanjuan Satorra)

San Martín de la Sierra. Restos de muralla. (Fotografía de Judith Sanjuan Satorra)

Tras el ábside, al este, se levanta un pequeño lienzo de muralla, que nos confirma, el carácter militar que tuvo el enclave en época altomedieval. El mismo va desde el extremo exterior noreste del tambor del ábside hasta la peña. Se pueden contemplar hasta cinco ventanas saeteras, con abocinamiento únicamente hacia el interior; y un arco que sirvió para salvar un vacío que había en la peña bajo él. La escalera de piedra actual que pasa bajo el arco es de construcción reciente y permite acceder más fácilmente a este espacio y al angosto paso que se abre entre la peña y el muro sur de la iglesia.

Capella. Corrales de la ermita de San Martín de la Sierra. (Fotografía de Judith Sanjuan Satorra))

Capella. Corrales de la ermita de San Martín de la Sierra. (Fotografía de Judith Sanjuan Satorra))

A poniente se encuentran, bajo el abrigo natural de la sierra, cuatro estancias que, cuando el recinto fue abandonado, pasaron a ser rediles para los rebaños de ovejas y cabras del pueblo. No sabemos qué función tenían en origen, si realmente eran lugar de habitación de los hombres y mujeres que habitaban el recinto, pero la posibilidad que así fuera es bastante plausible. En la parte superior de la roca se pueden contemplar aún hoy en día, los mechinales o encajes para vigas de madera que, probablemente, sirvieron para soportar las cubiertas de los habitáculos. En algunos de estos se pueden contemplar también algunos grabados en la roca, que no han sido todavía estudiados. Actualmente, dos de estos espacios han sido habilitados, gracias a la paciente labor de Joaquín Sesé Solanilla, uno como cocina y otro como comedor o refectorio.

Capella. Aljibe de la ermita de San Martín de la Sierra. (Fotografía de Mario Bauret Español)

Capella. Aljibe de la ermita de San Martín de la Sierra. (Fotografía de Mario Bauret Español)

Desde este espacio que acabamos de citar, y desde el lado suroeste de la ermita, se accede a través de un camino practicado en la roca, a un aljibe, que proveía en los tiempos en que la fortificación y la ermita estaban habitados, de la imprescindible agua para la supervivencia de sus habitantes. Actualmente, este paso ha sido acondicionado con un balustre de madera y un cable de sirga para facilitar el paso a los visitantes.

Desde este privilegiado mirador, podemos disfrutar también, en los días más claros, de una maravillosa panorámica. De izquierda a derecha o, lo que es lo mismo, de poniente a levante, veremos al fondo la sierra de Guara, ante ella la de Grustán y, más cerca nuestro, el Cristo de la Peña, el santuario de la Virgen de la Peña, a sus pies, la villa de Graus, y después el castillo de Panillo.

Capella. Panorámica desde la ermita de San Martín de la Sierra. (Fotografía de Mario Bauret Español)

Capella. Panorámica desde la ermita de San Martín de la Sierra. (Fotografía de Mario Bauret Español)

Si continuamos en la línea del horizonte veremos el Monte Perdido, la Peña Montañesa de la sierra Ferrera, el pico de Cotiella, Eristes, Posets Maladeta, la sierra de Galirón y la del pico Baciero, el Turbón, bajo él el morrón de Güel y, tras ellos, el Aneto, la sierra de Sis y, ya en el extremo oriental, las montañas que rodean el valle de Boí. Ya en el valle del Isábena podemos contemplar el despoblado de Portaespana, cuyo nombre nos traslada de nuevo al medioevo; la villa de Capella y Torrelabad. Tras ellos también es posible ver Benavente y los castillos de Perarrúa y de Fantova, que también formaron parte de los límites del Al-Andalus y los territorios cristianos.

Jornada de trabajo para la elaboración y revisión de este texto.

Capella, Febrero 2022

 

Francesc-Xavier Mingorance i Ricart de Cartronero