Un grupo de cazadores se adentró en el bosque en busca de presas. Entre ellos iba el cura, quien había decidido unirse a la cuadrilla para disfrutar de la caza. Divisaron un jabalí y, sin pensarlo dos veces, dispararon sus armas. El animal resultó gravemente herido y comenzó a correr desesperadamente para huir de los cazadores.
Los hombres se pusieron en su persecución, tratando de darle caza, pero el jabalí era rápido y astuto. A pesar de las heridas, logró mantenerse a distancia de los cazadores, quienes se vieron obligados a seguirlo durante horas.
Entre los cazadores estaba el cura, quien, aunque estaba cansado y agotado, seguía adelante en la persecución del jabalí. Finalmente, el animal cayó al suelo y murió debido a sus heridas.
El cura se acercó al cuerpo del jabalí y comenzó a rezar un responso por su alma. Consideró que el animal se merecía un respetuoso adiós, después de haber luchado valientemente por su vida.
Así me lo contaron, más o menos.
M.
En la fotografía, una figura de un jabalí hecha por Joaquín Sesé que se encuentra en el camino a la ermita-castillo de San Martín de la Sierra de Capella.
Fotografía hecha por Mario Bauret